Antes de arrancar con esta columna debo decir que esto es una declaración que me sonroja, me hace sentir un poco de vergüenza con mi “Yo” del futuro, ese “Yo” que tanto espera del “Mí” del presente. Dicho lo anterior, empiezo con algo de contexto.
He pasado la mitad de mi vida omitiendo algunos temas que considero complejos, que creo no valen la pena el desgaste, los que uno patea y patea, hasta que ya toca. Uno de esos temas tiene que ver con el esfuerzo que se requiere para entender temas fiscales, impuestos, declaraciones y demás, que de hecho es muy importante, pero no viene al caso en esta columna. El otro, es el esfuerzo que implica entender lo que son las inversiones y para qué sirven.
La revelación: el nivel de esfuerzo que implica entender el porqué invertir, es astronómicamente más bajo de lo que pensé, el golpe de realidad fue algo así como: “amigo estás botando plata año tras año, ¡desde hace mucho!”. Fue ahí que me vino a la mente el duro, pero sincero pensamiento: “creo que toqué fondo”, lo cual es bueno porque de ahí en adelante todo es ganancia.
La gran ganancia
Haber entendido que el concepto “invertir” hace unos años, no es para nada parecido a lo que es invertir ahora, todos sabemos que el internet y la tecnología ha ayudado a que se desarrollen nuevos productos llenos de innovación, centrados en eliminar casi cualquier dolor que tengan los usuarios, que como yo huyen de los trámites de oficina. Todo esto lo resumo de la siguiente manera: “ya no hay que hacer la vuelta en el banco, ¡qué belleza!”.
Un pequeño paso para el hombre, uno grande para mí
Haberme convencido de que “no es difícil invertir” me ayudó a meterme en el cuento. Todo arrancó por un webinar gratuito, luego pasé a ver mucho contenido en youtube y terminé “googleando” términos y palabras claves que solventaban mi falta de conocimiento, por ejemplo: “FICs”, “Fondos de pensiones voluntarias”, “CDTs”, “cómo dejar de perder plata”, entre otras.
¿Qué me ha quedado hasta ahora?
Quiero resumir en una lista muy sencilla las cosas que siento que me han facilitado la toma de decisiones al invertir y que espero sean de ayuda para quienes están leyendo esta columna. No es una guía definitiva, pero es parte de una corta pero sustanciosa curva de aprendizaje:
- Primero que todo averiguar…indagar hasta estar seguros del lugar en el que se va a adquirir un producto de inversión; que sea una empresa seria, lo mínimo es que esté supervisada por la Superintendencia Financiera.
- Identificar qué tan arriesgado se siente uno para las inversiones, ya que hay quienes se sienten más cómodos con rendimientos bajos pero seguros y otros que van sin miedo y con toda la “artillería” buscando rendimientos altos, aunque más expuestos a la volatilidad. Igualmente, a largo plazo, el mercado siempre se recupera, es importante saberlo.
- Entender que dejar de perder también es ganar. Si tiene un millón de pesos en tu cuenta de ahorros, al siguiente año va a valer más o menos $30.000 pesos menos por puro efecto de la inflación. Ahí es bueno preguntarse ¿cómo evito, al menos, no perder esa plata? La respuesta es que hay de dónde escoger: fondos de pensiones voluntarias, fondos de inversión colectiva, CDTs, entre otros.
- Invertir a largo plazo es la mejor forma de ver crecer la plata y además, nos permite ser más arriesgados con el portafolio o el producto en el que se ponga la plata a invertir.
- “No poner todos los huevos en la misma canasta”, también conocido como “diversificar”. ¿Para qué? Para estar tranquilos y repartir los riesgos en diferentes productos o activos financieros. También se trata de sacar provecho de los beneficios que tienen, pagar menos impuestos, tener liquidez o incluso aprovechar pólizas y seguros que algunos ofrecen, etc.
- Por último, el más cliché, pero no por eso menos importante, la constancia, seguir los planes de ahorro a corto, mediano o largo plazo y cumplir con lo que nos proponemos es la mejor forma de garantizar el éxito; esta fórmula aplica casi que para todo en la vida.
Para cerrar me gustaría que cada uno piense para sus adentros, ¿en 10 años, mi “Yo” del futuro me estará lanzando tomates o flores? Personalmente, no pienso darme motivos para que sean tomates.