Si has hecho una compra impulsiva mientras esperabas en la fila de un supermercado o mientras veías recomendaciones de influencers a altas horas de la noche entonces ya sabes que muchas decisiones financieras no siempre siguen la lógica y razón.
Sin embargo, me atrevería a decir que la mayoría de las personas tienen la intención de abordar sus decisiones financieras e inversiones con claridad lógica y racional.
En las últimas décadas el behavioral finance se ha convertido en un campo de estudio que explora por qué y cómo las personas toman decisiones económicas.
La investigación ha demostrado que es difícil ignorar la influencia de nuestras emociones, las lecciones de la infancia y la abrumadora cantidad de información disponible en la era actual.
Reconociendo que los hechos y las cifras no son los únicos datos válidos a considerar al proporcionar asesoramiento financiero, en 2021, la Junta de CFP agregó una nueva sección a su plan de estudios titulada Psicología de las Finanzas.
Conoce cómo invertir en futuros
Pero primero veamos qué es el behavioral finance
El behavioral finance, o finanzas conductuales, se enfocan en analizar cómo factores como influencias psicológicas y sesgos distorsionan el razonamiento lógico de las personas.
Un mercado financiero sostenible siempre requiere de inversionistas bien informados que tomen decisiones racionales. Sin embargo, existen conceptos como la racionalidad limitada que limitan la consecución de este objetivo.
La psicología cognitiva y los límites del arbitraje son dos componentes clave que ayudan a interpretar diversos escenarios del mercado en los que se manifiesta la influencia de la psicología humana en las decisiones financieras.
Por lo tanto, comprender los sesgos cognitivos, como el exceso de confianza, la mentalidad de rebaño y la aversión a la pérdida, es beneficioso.
En conjunto, estos estudios explican las decisiones irracionales de los inversores y revelan el comportamiento del mercado.
Reconociendo las influencias psicológicas en las finanzas
Es posible que estés familiarizado con ciertos aspectos del behavioral finance sin identificarlo como un campo en particular.
Por ejemplo, las personas suelen reaccionar emocionalmente de manera más intensa ante la pérdida que frente a la posibilidad de ganancia.
Estudios han demostrado que la idea de perder $1,000 dólares genera más angustia que el potencial emocional de ganar la misma cantidad.
Esto no difiere mucho de la investigación que muestra cómo se necesitan al menos tres cumplidos para contrarrestar el impacto de un comentario crítico. Las personas internalizan las pérdidas (o lo negativo, según las circunstancias) de manera más intensa que las ganancias, y harán todo lo posible para evitarlas.
Las emociones que se exhiben en este contexto son el resultado de un sesgo psicológico común conocido como aversión a la pérdida. Es uno de los varios mecanismos humanos normales para protegernos del dolor.
Sin embargo, el papel sutil que desempeñan sesgos como este en la forma en que tomamos decisiones prácticas en el mundo real es más significativo de lo que la mayoría de la gente imagina.
Ya sea que lo notes o no, tus experiencias pasadas y suposiciones subconscientes pueden influir en decisiones financieras y de planificación patrimonial que no sean óptimas.
Comprender la existencia de estos sesgos, así como el papel sutil que desempeñan, es el primer paso para abordar su impacto.
Es igualmente importante desarrollar un plan que te ayude a tomar decisiones informadas y objetivas que estén alineadas con tus objetivos.
Para muchos, esto implica buscar el asesoramiento y la experiencia de un asesor experimentado que ofrezca servicios de asesoría de inversión y planificación patrimonial de manera formal.
Te contamos qué es un fondo de inversión
Lecciones aprendidas de las finanzas conductuales
El behavioral finance combina los principios de la psicología y la economía para obtener una comprensión más profunda y mejorar la toma de decisiones financieras.
A nivel del mercado, se analiza cómo las decisiones individuales afectan a la economía a gran escala. A nivel personal, se reconoce que muchas ideas y comportamientos relacionados con el dinero se adquieren desde temprana edad, lo que genera sesgos y emociones conscientes e inconscientes difíciles de superar.
Además de las influencias no financieras, la avalancha constante de información y datos financieros disponibles a nuestro alcance dificulta la síntesis y la identificación de lo que es realmente significativo y lo que es simplemente ruido.
Las finanzas conductuales explican cómo, cuando nos enfrentamos a todo ese ruido, es fácil desviarnos de los procesos racionales de toma de decisiones utilizando:
- Atajos mentales.
- Reglas generales desarrolladas con el tiempo.
- Suposiciones basadas en nuestras experiencias pasadas.
Por ejemplo, al elegir entre las numerosas opciones de inversión disponibles, tendemos a mirar el rendimiento pasado en busca de indicios de éxito futuro.
Sin embargo, cada anuncio de inversión incluye una advertencia que dice «el rendimiento pasado no garantiza resultados futuros».
Los organismos reguladores exigen esta declaración porque esta tendencia común no tiene en cuenta los cambios que podrían estar ocurriendo en la economía, como el aumento de la inflación o los cambios en la administración de una empresa, que influyen en el rendimiento futuro.
Algunos de los sesgos más comunes (pero no por ello lógicos)
Examinemos algunos sesgos de comportamiento comunes y atajos mentales que pueden influir en la capacidad de una persona para tomar decisiones financieras lógicas. ¿Te identificas con alguno de estos?
- Aversión a la pérdida: la tendencia a preferir evitar las pérdidas en lugar de buscar ganancias, como se discutió anteriormente.
- Sesgo de anclaje: la confianza excesiva en un punto de referencia arbitrario, o «ancla», al tomar decisiones de compra o venta. Por ejemplo, alguien puede estar anclado al precio de adquisición de una acción y aferrarse a él en lugar de considerar nueva información o una perspectiva más completa.
- Sesgo de recencia: cuando los eventos recientes tienen un impacto desproporcionado en la forma en que un inversor evalúa el rendimiento, lo que lleva a una falta de revisión exhaustiva de la información disponible. Por ejemplo, los inversores a menudo abandonan rápidamente el mercado durante una fuerte recesión, dándole más importancia a los eventos recientes en lugar de obtener una visión más amplia.
- Seguir a la multitud: la tendencia de las personas a invertir en las mismas acciones o activos que otros sin investigar ni comprender plenamente la inversión. Durante la burbuja de las puntocom a fines de la década de 1990, muchas personas invirtieron en acciones tecnológicas simplemente siguiendo la tendencia sin comprender completamente las empresas o los aspectos particulares de ese sector.
- Sobreconfianza: la tendencia a sobreestimar las propias habilidades para predecir eventos futuros, como seleccionar las «mejores» acciones o sincronizar los mercados. Por ejemplo, alguien puede tener demasiada confianza en su capacidad para elegir acciones y tomar decisiones de inversión impulsivas o demasiado arriesgadas que pueden no estar alineadas con sus objetivos y estrategias.
- Sesgo de confirmación: la tendencia a buscar y interpretar información de manera que confirme las propias creencias o hipótesis existentes, ignorando otra información relevante. Por ejemplo, alguien puede buscar información que respalde su creencia de que una acción en particular está infravalorada mientras ignora información que sugiere lo contrario.
Quizás te puede interesar: qué es el trading
En conclusión, las finanzas conductuales nos enseñan que nuestras decisiones financieras están influenciadas por sesgos y emociones humanas.
Para sobrevivir financieramente a la insensatez humana, es crucial reconocer y comprender estos sesgos, como la aversión a la pérdida, el sesgo de anclaje y la sobreconfianza.
Al tomar decisiones financieras, debemos buscar información objetiva, evitar seguir ciegamente a la multitud y estar dispuestos a cuestionar nuestras propias creencias. Al hacerlo, podemos tomar decisiones más racionales y aumentar nuestras posibilidades de éxito financiero a largo plazo.