Cada año termina con dos grandes celebraciones en las que los niños son protagonistas. Por un lado, Halloween, una fecha esperada por muchas familias para pensar en disfraces y salir a pedir dulces después de mucha planeación, trabajo y decoración. Por otro lado está Navidad, en la que -generalmente- los niños esperan regalos de Papá Noel, Santa Claus, el Niño Dios u otros personajes.
Ambas fechas tienen otro aspecto en común: el dinero. En las dos celebraciones se combinan gastos “por fuera de lo habitual”, regalos y la necesidad de planear o poner en práctica nuestra educación financiera. Por esta razón, esta es una época ideal para preguntarnos qué queremos mostrarles o enseñarles a nuestros hijos alrededor de estas decisiones.
Estos escenarios de gasto “abundante” pueden ser una excusa perfecta para encontrar valiosas lecciones alrededor del ahorro en familia y entusiasmar a nuestros hijos con la idea de guardar algo para después. Veamos cómo funciona el aprendizaje de finanzas en casa y qué retos prácticos podemos poner en práctica utilizando Halloween y Navidad como ejemplo.
Decenas de estudios como el de Maribeth Clarke de la Universidad de Brigham, nos han demostrado que buena parte de los aprendizajes sobre el dinero empiezan más en el hogar que fuera de él. A través de nuestros padres, nosotros como individuos, desarrollamos habilidades de consumidores tales como conocimientos y actitudes frente a nuestra vida económica.
Desafortunadamente, todavía no se habla lo suficiente de dinero en familia en muchos países de América Latina, por lo que le estamos dejando “a la suerte” la educación financiera de nuestros hijos. En Colombia, por ejemplo, apenas el 3% de los hogares hablan en casa sobre la economía y la situación económica del hogar.
La buena noticia es que hay cosas que podemos hacer como padres para que esto cambie. Lo primero que podemos hacer es entender que dependiendo de la edad de nuestros hijos hay procesos que vale la pena priorizar para que ellos/ellas vayan desarrollando sus capacidades financieras.
Etapas del desarrollo de habilidades financiera: Primera etapa
Estudios como el de Anita Drever, sugieren que la primera parte del desarrollo de capacidades financieras tiene lugar entre los 3 y los 5 años de edad. En este momento de su vida es clave promover el autocontrol, es decir, la habilidad de regular los impulsos y las acciones; es la habilidad para no buscar la recompensa instantánea sino tener la suficiente fuerza de voluntad para buscar una recompensa más grande en un plazo mayor.
Trabajar en el desarrollo de la “memoria de trabajo” (que es uno de los tipos de memoria que tenemos) y la flexibilidad mental es una buena idea para este momento de vida de nuestros hijos. Se trata de las habilidades para recordar lo aprendido y poderlo traer de la memoria de largo plazo para aplicarlo en una situación dada, así como para pensar en múltiples conceptos simultáneamente y buscar distintas soluciones a un mismo problema.
Segunda etapa
La segunda etapa de desarrollo de capacidades financieras tiene lugar entre los 6 y 12 años. En esta fase es muy importante iniciar el proceso de socialización financiera, es decir, empezar a hablar de dinero con nuestros hijos, pero atención, esto no significa enseñarles a manejarlo ni a hacer transacciones económicas como ir a la tienda a comprar algo o manejar una mesada.
Este es el momento para el desarrollo de actitudes, valores y estándares que soporten su capacidad financiera y su bienestar a futuro. Es muy importante porque en esta etapa de la vida es donde los niños empiezan a ser conscientes de la diferencia entre marcas (de consumo) y a hacer juicios de valor sobre las personas basados en las cosas que tienen o que sus papás pueden darles.
En el caso de Halloween y Navidad, podríamos buscar ser muy asertivos al conversar sobre: dónde sí buscar o dónde no buscar un disfraz, qué regalos priorizar para este año y cuáles dejar para el siguiente; qué marcas de dulces creemos que son mejores que otras; cómo planeamos una novena y medimos los gastos en celebraciones de fin de año; por qué elegimos unas marcas para regalar y otras no; si creemos que esas marcas dicen algo de nosotros, y cuál es el verdadero significado de ambas festividades.
Siempre que hablemos o expliquemos asuntos de finanzas a los niños y niñas será importante mantener un lenguaje positivo, evitando el “regaño” que pueda hacerles perder su atención o interés. Tampoco se trata de algo que se haga en una sola conversación, es un proceso del día a día y que va de la mano del desarrollo del infante.
Educarlos a valorar el dinero es clave, para esto se puede empezar por enseñarles cómo ganárselo. Un ejercicio podría ser crear “bonos” que como padres les damos por cumplir con sus deberes (tender la cama, lavar los platos, ayudar con las tareas de la casa, etc.), luego, estos bonos podrían usarlos para obtener beneficios como: un mejor disfraz para Halloween o un mejor regalo para Navidad, quedarse a dormir donde algún amigo o hacer algo que le guste mucho
También podemos darles algo de dinero para que decidan qué comprar y cuándo hacerlo -siempre con nuestra supervisión- y ya que será normal que se les acabe rápido, podemos aprovechar esto como una situación ideal para conversar sobre cómo aprender a vivir con lo que se tiene.
Otras formas de enseñarles a ahorrar podrían ser:
1. Crear situaciones en las que podamos enseñarles lo útil de buscar descuentos. Por ejemplo, como padres, buscamos el mismo disfraz en dos lugares diferentes donde haya una diferencia de precio entre ambos. Luego, llevamos a nuestros hijos al lugar más costoso y les proponemos buscar en otro lugar, así que los dirigimos al otro lugar, el más económico. En este escenario les mostramos que ese dinero que “se ahorra” comprando el disfraz con el descuento puede destinarse a algo adicional como un pequeño regalo extra en Navidad o guardarlo para el futuro.
2. Educar con el ejemplo siempre será lo mejor que podamos hacer. Podemos hacer concursos de ahorro para Halloween y Navidad y brindarles un “punto de comparación” de qué tan bien nos va a nosotros ahorrando dinero (claro está, en un punto que sea alcanzable por nuestros hijos). Por ejemplo, mostrarles cada cierto tiempo cuánto hemos ahorrado (y dejarlos “ganar” a veces).
3. Finalmente, podemos premiar su ahorro dándoles una rentabilidad por lo que logren guardar, por ejemplo, por cada 50 mil pesos que ahorren, nosotros le damos 2 mil más o 5 mil más. También podríamos igualarles el ahorro para compras grandes, por ejemplo, si ahorran la mitad del dinero para el computador, nosotros le ayudamos con la otra mitad.
Última etapa
La última etapa es la más larga de todas, va de los 13 a los 21 años. Esta es la etapa para la educación basada en la experiencia. En esta sigue siendo muy importante la guía de los padres porque es el momento de la vida en la que se desarrollan las habilidades de planeación, manejo efectivo de los recursos y comienzan a tomar decisiones informadas.
Este es el momento para familiarizar a nuestros hijos con productos e instituciones financieras; una buena forma de hacerlo es aprovechar cuando nos encontremos con ellos a punto de tomar una decisión financiera, por ejemplo, en vez de darles una lección teórica, podemos acompañarlos a abrir su primera cuenta de ahorros, prestarles dinero o acompañarlos a realizar sus primeros pagos con tarjeta débito.
Tengamos siempre claro que los niños son testigos de las habilidades que como padres demostramos en el día a día, y las finanzas no son la excepción. Manejar nuestras finanzas personales de manera responsable es la mejor forma de generar oportunidades explícitas e implícitas para que nuestros hijos reconozcan y desarrollen sus capacidades financieras. Tener una relación cercana con los hijos y desarrollar habilidades que no son directamente financieras como el autocontrol, la flexibilidad mental y la planeación es una tarea que no podemos postergar porque en finanzas personales nada es más cierto que “Hijo de tigre… sale pintao”.
Juan Camilo González T.
CEO & Founder