Aunque no lo creas, las inversiones son más sencillas de lo que parecen. Claro que cuando buscas en Google: instrumentos de inversión o cómo invertir y ganar dinero, te aparecerán conceptos extraños como: swaps, ETFs, estrategias Long Put, trading y otros términos que quizá nunca en la vida has oído mencionar… tranquilo, no te asustes.
Las inversiones no tienen por qué ser complejas y tampoco necesitas ser un magíster en finanzas para comprender que la mejor inversión para cada uno varía de acuerdo con su perfil de riesgo, su situación personal y sus objetivos de vida. Lo único que no cambia es que la inversión en uno mismo debería ser la prioridad.
El riesgo en las inversiones
Para hacerte una idea de lo que es el famoso “perfil de riesgo”, imagina lo siguiente: cuando vas a un parque de diversiones puedes comprar el tiquete para las atracciones más extremas como la montaña rusa mortal, el tiquete para las más tranquilas como la rueda de chicago o comprar un boleto que tenga un poco de los dos tipos… Pero no puedes pedir la misma adrenalina de la montaña rusa si estás en la rueda del chicago, sin embargo, sí puedes quedar completamente satisfecho con tu elección porque era lo que querías y lo que tu cuerpo y mente estaban dispuestos a soportar… Estás haciendo una inversión en tu tranquilidad, lo que te proporcionará bienestar.
Retomando el punto inicial, las inversiones son así de sencillas porque cuando hablamos de rentabilidad no nos referimos únicamente a cuánto subió o bajó tu inversión en cifras porcentuales, sino también, a la felicidad, tranquilidad y bienestar que esta te genere.
Puede sonar un poco loco porque seguramente nunca veremos en los noticieros o diarios económicos que las acciones de Apple o de Amazon le produjeron mucho bienestar en la jornada o que los fondos de pensiones no reportaron suficiente felicidad en el último trimestre. Pero, la teoría económica sí explica que los individuos tomamos nuestras decisiones queriendo maximizar nuestro bienestar.
Así que también es válido decir que las inversiones que generan gran satisfacción son también recomendables y que no necesariamente deben generar dinero. Por ejemplo, invertir en ti mismo, que por lo general arroja altos beneficios con menos riesgos que las inversiones del mercado.
La recomendación: invertir en uno mismo
Así las cosas, sería bueno decirle a Google que incluya en su listado de resultados de búsqueda, la opción de invertir en uno mismo.
Incluso, aquellos asesores de inversiones tradicionales, que tranzan el dinero como si fueran dulces, sin ningún dolor, podrían recomendarles a sus clientes un viaje en familia, una escapada a la montaña o la moto con la que siempre ha soñado para atravesar Latinoamérica en ella; seguro se lo agradecerían. El ser humano se motiva a través de metas, sueños, logros y alcanzarlas es la mayor satisfacción que alguien pueda sentir.
Decidirse a estudiar, acá o en el exterior, disfrutar del confort de un carro nuevo, comprar esa casa soñada, montar ese interesante emprendimiento al que todas las noches se le “mete cabeza”, todo esto y más hacen parte de ese gran portafolio de invertir en uno mismo. No necesariamente son inversiones que producen más dinero (exceptuando el estudio que muchas veces te puede llevar después a un aumento de salario), pero que sí producen bienestar y dicha, y hacen que la vida sea más interesante y llevadera.
El producto final: tu bienestar
Diversificar el portafolio, no solo con inversiones financieras donde el producto final es obtener dinero, sino también con este tipo de inversiones que generarán placer, bienestar y recuerdos inolvidables, tal vez pueda generar ese equilibrio que tanto buscamos en estos tiempos donde el estrés es considerado un problema de salud pública mundial. Por esta razón, invertir en uno mismo es un paso más adelante en esa búsqueda de la felicidad.